Pueblos
con claridad política asustan a políticos.
La
vertiginosa maduración institucional de los pueblos, preocupa a dirigentes que
no pueden ponerse a la altura requerida.
Es
importantísimo hojear la historia contemporánea. En la defensa del Famatina se
generó una dinámica muy interesante que hoy, en un aparentemente nuevo escenario
político, vale la pena recordar y cotejar las demandas de entonces con la
realidad presente.
El
crecimiento cívico de los ciudadanos ha superado la persecución y la mentira
capitalizando los logros y convirtiéndolos a una profundidad conceptual ejemplar
a nivel evolución del país. En contraposición, los políticos quedaron relegados
a prácticas obsoletas, con las que no consiguen sorprender a nadie y por el
contrario, corren riesgo de ser volatilizados ante las demandas específicas y
concretas de los pueblos afectados.
Desde la
época del Gdor. Maza, amén de ver repetición de caras, el modelo no se ha
superado sino por el contrario, ha entrado en su propia espiral decadente con la
consecuente degradación del método. Sino, ¿Qué ha cambiado desde la violencia
verbal de Nonino (ex Sec. de Minería), su impotencia casi lacrimal y el afán de
defender lo indefendible? El anonimato del actual secretario que mostró a veces
un tibio impulso por salir al ruedo sectario para luego replegarse a los
placentarios beneficios de su cargo. Montaña, camino y luz… adentro.
Tampoco
hubo novedades desde aquella mendacidad del otrora vicegobernador, erigido por
sus jactancias propiciatorias de veracidad. El mismo, luego como gobernador
pasaba a sostener la degradación moral más artera de desdecirse. Desde el
transfuguismo puro hoy propone una vez más ser el adalid de los intérpretes en
la abyección aurífera famatiniana. Ya lo vivimos: el Pastor Mentiroso es el
cuento de cabecera en los jardines cívicos de hoy.
Pero la
mega causa “El Famatina no se Toca” ya ha trascendido las fronteras
especulativas de la política eleccionaria. No lo han comprendido los políticos
actuales, que han quedado en la diatriba y el discurso. O en la obediencia
debida.
La
política no se ha modernizado, los personajes siguen siendo un mero maquillaje
que opera pragmáticamente coronando la idea de “clase política” privativa del
mandamás y los mandamases que no ceden sus lugares. El creer que hacer política
es tener la picardía de colorearse camaleónicamente a la billetera del poder
coyuntural, nos está degradando a esta inmundicia del reinado de la cartera, de
la política de rodillera, contra una política moderna de autonomía, solidaridad
y libertad.
Los
gobernantes deben entender que la provocación petulante que han manifestado a lo
largo de este período sin elecciones, va a ser castigada. Que la pose de hombres
y mujeres comprensivos ya no les cabe,
les llegó tarde. Que el desgaste ante la porfía por renegar de las
manifestaciones populares, populosas y contundentes, les ha hecho seres fatuos
de contenido, meros parlantes del “libreto”. Que las curvas y contracurvas o la
estética de sus trajes, más o menos pueblerinos, limita sus mensajes a vacía
demagogia hasta para el oído del sordo.
Los
políticos en general deberían sentarse a ver que el mero acompañamiento ya no
alcanza. Fue importante y coincido que este gran conflicto riojano se soluciona
con la política. Pero desde el partidismo, ésta debe abrir sus puertas a nuevos
y potables liderazgos. De no ocurrir, terminan cooptados por el huero sistema
ante requerimientos impuestos por las carencias inmediatas.
En cambio,
un pueblo que se ha mantenido coherente en su lucha, compacto en sus
convicciones y de pié ante las presiones, está mandando a generar una nueva
manera de hacer política: con partidos abiertos siempre, con dirigentes que
surjan de verdaderas pujas democráticas, de líneas de acción en afinidad con la
ciencia política y no con la politiquería barata del bolsón chantajista.
El pueblo
entero ha sabido ejercer una verdadera democracia participativa con amplios
factores de disenso, con errores y logros que han acelerado de manera increíble
la consecución de sus objetivos, al tiempo que han logrado amalgamar las
escisiones (surgidas o impuestas), acumulándolas una sobre otra para lograr ese
hojaldre compacto que representa la evolución de una sociedad que había sido
subestimada. La causa de Chilecito y Famatina ha instalado un debate ético,
institucional y hasta judicial, nunca antes visto durante la época post
dictadura.
El único
elemento pendiente de la digna lucha es la representatividad en los canales
institucionales de la vertiente filosófica que va más allá de los distintos
fundamentos ideológicos que cada uno expresara. La representatividad del
intendente en una puja electoral, intenta ser un tibio asomo de lo que la
contundencia en el ideario que los pueblos reclama a gritos de la política.
La
justicia, por su lado, va entendiendo que es trivial someterse a los caprichos
del autócrata, porque éste tarde o temprano muestra las uñas de niño mal criado
y pretende la obscena sumisión prostitutiva de todo aquel que lo secunda.
La
esperanza dicen, es lo último que se pierde. Así pudimos ver, quizá merced a la
lucha, quizá merced a un nuevo Papa y quizá merced a la fe de un gran pueblo,
la Iglesia ha
adelantado sus pasos en pos de la reconciliación. La designación papal del nuevo
obispo también parece alineada con la férrea defensa de los recursos naturales.
La iglesia escucha al rebaño y no lo desafía.
Faltan los
políticos y la política partidaria. De no comprender todo esto, no van a perder
una elección. Van a perder la oportunidad de mamar la ejemplaridad de un pueblo
que quiere ser mejor y les está reclamando elevarse a su altura antes que seguir
revolcándose en la incapacidad y la mentira. Van a perder el avión de la
historia y se quedarán en la carreta de la rencilla. Van a desechar la
transparencia de la mirada de ojos que están ávidos de
sinceridad.
Los
dinosaurios desaparecieron.
José
Badoul