Una Rioja Argentina

Bajo la solemne mirada del águila, eligieron el asiento. El sigiloso nativo que otea, no agrede, no recibe. Sus silentes plumas merodean el dominio en obediencia a Dioses, en espera del signo. Mientras el puma va nocturno con sus garras inquietas, presintiendo el cansancio de la raza milenaria.
Esta tierra, redundancia de rios, arboles y parideras, donde el extraño clavará su simiente y Rioja te llamará, mixtura de metal y peligro. Fuego y sangre, grito y pedregal, mansedumbre y fastidio.
Sumida en patria india, vertiendo su coraje, regará con plegarias la tierra arrebatada, cultivará en laderas silencios de martirios. No mellarán su fe, no esclavizarán su alma. Se irá a los socavones, dormirá en sementeras, trascenderá en las cimas.
Un Dios triste, cansado. Negado a ser emblema de torturas. Renueva su misterio guareciendo en la piedra el ardor de una raza, velando en el suelo la línea milenaria, aliándose a otros Dioses de costumbres arcaicas.
La vida no es materia: es éter, es alma, es energía de centenarias ansias que formaron mi raza, templada entre dolores parientes del hermano.
El rezo no es más fuerte por el grito, pero sí, el recuerdo persistente y continuo, se vuelve una oración. La génesis nativa pujará en el viento, temblará con la tierra, cantará en la vertiente. Y la nieve que es nieve guardará en sus entrañas, tenaz e incorrupta la sangre de mi raza, perdonando al violento que no entendió que la casa era grande y aguardaba amorosa el concilio del hombre.
Aún así, terrible, despojada y tendida, La Rioja que no es nueva, se abrió a brazo partido la historia más heroica.
Y olvidando el escarnio, es morada de cerros, condores y cardones, simiente de hazañas y anfitriona del hombre.
La Rioja es más que nada ¡Una Rioja Argentina!.
Poly Badoul