Dios te salve m'hijo

Se acercan las votaciones y no son una elección más para los riojanos. Si nos remitimos a los hechos recientes, encontramos una herida que no ha cicatrizado, al contrario, siguen metiéndonos salvajemente el dedo en la llaga.

“Con su limosna de alivio a mi tormento”
La elección es un contrato donde una parte –el pueblo- elige quien va a representarlos y la otra parte –el candidato que se ofrece en servicio- se compromete a cumplir una serie de pautas que generalmente él (ella) mismo(a) propone a cambio de un sueldo que el pueblo paga (con creces). En ese contexto, una vez obtenido el cargo, su desempeño debe estar circunscrito a sus promesas de campaña. Si no cumpliere, no solo Dios debería demandarlo, sino debería pagar como cualquier persona que delinque. En la práctica esto no sucede. Imagínense si así fuere, cuántos políticos presos habría. Queda la alternativa de hacer justicia por otro medio: el castigo electoral. La mayoría de los políticos usan como herramienta recordar todos los atropellos que hicieron “otros”… pero no quieren que recordemos cuando se habla de “ellos”. Los golpes de efecto con que intentan llevarnos en uno u otro sentido están siempre relacionados la teoría del gran caos (responsabilidad de otro), generando pánico para luego aparecer los mesiánicos de siempre con la receta de la esperanza. Así recurren a la pobreza, los desaparecidos, la droga, la inseguridad, a, al dengue, a la gripe, etc. vocablos que llegan al discurso solo unas semanas cada dos años, una vez desatada la contienda de la avaricia. En su cinismo, obvian la situación que muchos de ellos se encuentran como funcionarios desde hace años. Alegremente niegan ser los responsables de todos los males que prometen solucionar.

“La vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”
Foto nº 1: Campaña del vicegobernador a gobernador, con su oposición total a la minería contaminante, la ley en contra de la minería y la ley llamando a consulta popular por la minería. Foto nº 2: Ungido gobernador convertido en super-hiper-pro minero, ley derogada, consulta que nunca fue. En un esquema de gobierno verticalista, centralizado, no participativo y sometido al ejecutivo provincial como depositario plenipotenciario del manejo público, se plantean las elecciones con muchos candidatos (algunos hasta simpáticos). Un 80 % de ellos dependen, como no podía ser de otra manera, del gobernador y juntan votos para su proyecto. Si gana, su hegemonía se transformará en dictadura: cumplirá obedientemente con la nación con dos representantes, seguirá manejando el Poder Legislativo y sometiendo a las intendencias mediante los concejales.

“Toda carta tiene contra y toda contra se da”
Utilicemos con ellos la misma herramienta y recordemos nosotros lo que realmente nos produce miedo, de “eso” que no hablan, hablan al paso o llenos de ambigüedades. Esta vez, los salvadores debemos ser nosotros mismos haciendo uso de nuestra memoria. De qué sirven los archivos, la tradición, la memoria si no vamos a evitar padecer nuevamente el caos. Recordar sucesos no muy lejanos, las últimas elecciones, las promesas no cumplidas y actuar en consecuencia. Al fin y al cabo todo sucedió no hace tanto.Los riojanos tenemos un elemento cultural homogeneizante que ha sido la valentía histórica que nos ha caracterizado en las grandes gestas. Ha llegado el momento de tener más presente que nunca la historia reciente y castigar enérgicamente a quienes nos han engañado vilmente. Dicen que en las malas personas siempre se puede confiar porque nunca cambian.Alguien se preguntará si solo por el tema de la minería hay que decidir no votar a esta gente y yo les digo que sí, pues se va nuestra vida en la decisión que tomemos. ¿De qué servirá tener (si es que llegan) hospitales, caminos, escuelas, líneas eléctricas, cuando nos hayan contaminado, destruído y avasallado todo? Es más aún, hay que negarle el voto a todo candidato que tenga la más mínima filiación con el gobierno provincial. Será la manera de aleccionarlos y demostrarles que los pueblos también pensamos, tenemos dignidad y el honor de la palabra empeñada:
¡EL FAMATINA NO SE TOCA!