12 de Octubre, El Famatina está de luto

Las primeras incursiones españolas en nuestra provincia, detectaron las minas del “Inga”, al pié del Famatina.
Después de la fundación de la efímera Londres en Catamarca, pasó mucho tiempo en que los Calchaquíes y Diaguitas frustraban la conquista. Ramírez de Velasco encubrió su ambición por los metales preciosos con el manto de la pacificación de Calchaquí. Así fundó La Rioja y posteriormente Famatina, adjudicándose las minas. Ese mismo metal aumentó las ya graves diferencias que había entre los mismos españoles. Ello los llevó a mantener un enfrentamiento sangriento durante más de 30 años con la mayor alianza indígena americana conocida: El Gran Alzamiento Calchaquí.
Al mismo tiempo, en la villa imperial de Potosí, los extraños no solo ostentaban propiedad de los minerales de la mítica montaña. América entera tenía un gran tesoro: mano de obra gratuita que les garantizaba los preciados metales. La ambición no les dejó ver que al acabar las razas, mataban también la gallina de los huevos de oro.
Pero la transición estaba en marcha desde el principio. Franciscanos, Jesuitas, Dominicos, Mercedarios; tenían a cargo la “evangelización” (u.t.c. Sumisión): exitosamente los tinkunacos iban prendiendo en aquellas almas sedientas de fe, incapaces de comprender que, ni sus dioses ni el dios español, avalaban el exterminio.
Los jesuitas despertaron temor al rey Carlos III, expulsándolos abruptamente de sus dominios. Las minas de los jesuitas serían reexplotadas pocos años más tarde. La escasa mano de obra indígena, complementada y posteriormente reemplazada por esclavos de origen africano, seguía rindiendo los “beneficios” de esta actividad.
Los criollos no quedaron exentos de la ambición. Facundo se asoció y explotando las minas del Famatina, acuña una de las primeras monedas argentinas. No obstante, muchos traicionaron a sus compatriotas, tal es el caso de Rivadavia que se asoció en Inglaterra con Hullet Brothers y tomó un empréstito de Baring Brothers, estatizando las minas de Famatina para su propio beneficio. La reacción de Facundo no se hizo esperar.
Continuaron los emprendimientos mineros hasta que el ferrocarril planteó un inmejorable gran negocio extranjero: las pastas podrían llegar al puerto. En el Valle de Famatina, esto repercutió con una obra inmensa, loable desde el punto de vista industrial y, seguramente, generadora de grandes esperanzas para los habitantes. Crédulos una vez más de la dicha futura, abrieron las minas a los ingleses y, aunque he buscado, no encontré pruebas del gran desarrollo minero. Solo la generación de empleos, mano de obra barata y descartable.
Hoy, a 515 años, la colonización, dejó a su paso el tinkunako, las encomiendas, las reducciones, los empréstitos, la acuñación, el cable carril, etc. pero la propuesta sigue siendo la misma: mano de obra económica, contaminación en lugares con seguridad jurídica (para otros), sumisión, generación de dependencia de donaciones mineras o políticas, políticos patrocinados por empresas mineras, promesas de nuevos “progresos eléctricos mineros” en una zona donde pretenden tener vidas descartables.
Es el momento en que las instituciones dejen de pedir perdón por los males pasados y tomen una actitud agresiva frente a las demandas sociales. Nuestros pueblos son profundamente católicos, por ende, sería interesante que la conducción de la Iglesia y de todos los credos locales, tomen una posición comprometida con respecto al drama que están viviendo estos pueblos. También, tanto los candidatos como los gobernantes, deberán decidir si su lugar en la historia será el de exterminadores de pueblos o pasarán a la posteridad por cumplir con su mandato, que no es otro que generar el bienestar de quienes los emplearon: los pueblos.
Finalmente, como misión ineludible, los pueblos deberemos participar activamente, propiciando una nueva generación de gobernantes comprometidos en hacer valer nuestros derechos. Es fundamental entender que el voto es el arma más efectiva para castigar a quienes muestren falta de compromiso, doble discurso o patrocinio de quienes solo quieren explotarnos para convertir nuestros valles en una gran cloaca.